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Noodles Thai con recursos españoles

22 Jun

Bueno, ya sabéis que he vuelto recientemente de Tailandia, así que tocaba receta oriental. Mientras, os animo a participar en el concurso de platos asiáticos (os llevaréis regalitos traídos de allí) antes del 30 de junio. Aquí os he elaborado mi favorito durante mi viaje inolvidable, aunque como es difícil encontrar algunos ingredientes, adaptado para cualquier cocinillas español.

Por ejemplo, yo he empleado los noodles más similares que he encontrado (en Carrefour en la sección oriental), pero si los encontráis más finitos y anchos, sería lo ideal.

También os sugiero que miréis en alguna tienda de chinos del barrio, que a veces os pueden sorprender con detallitos e ingredientes que podréis añadir para innovar (siempre atentos a la fecha de caducidad, eso sí).

Ingredientes (para 2 personas):

– 1/2 paquete de noodles de arroz (cuanto más anchos y finitos mejor)

– 3 zanahorias

– 200 gramos de solomillitos de pollo (o filetes de pollo para trocear)

– Espinacas al gusto

– 1 cubito de Avecrem (puedes poner medio de pollo y medio de verduras también)

– 1 puñado de anacardos (sí, ya sé, olvidé meterlos en la foto)

– Sal

– Nuez moscada

– Pimienta negra

– Salsa de soja

– Chorrito de aceite de girasol (deja menos sabor que el de oliva, para que sea más auténtico)

– ¿Transistor? (hoy no me apetecía, pero el que quiera, puede usarlo como animal de compañía, like always…

Preparación:

Se trata de una receta sencilla y, como es de mi invención, sois libres para modificarla según vuestras preferencias y/o necesidades. Algo que, por otra parte, podéis hacer siempre que queráis con cualquiera de mis sugerencias, que para eso soy sólo una humilde principiante. Y acepto consejos, claro está.

Empecemos. En primer lugar, debéis pelar y trocear las zanahorias lo más finitas que podáis, y también cortar las espinacas en juliana. A continuación, ponéis dos cazuelas con agua a hervir. Una de ella la usaréis para los noodles (una ver que hierva) y es en la que debéis echar el cubito de caldo y una piza de sal, además del chorrito de aceite para que no se pegue la pasta. En la otra, añadid sal simplemente.

Cuando rompa a hervir la cazuela del caldo, añadidle los noodles y dejadlos hasta que vuelvan a hervir y, después, 4 minutos de cocción (según la pasta que uséis, mirad en las instrucciones los tiempos de cocción). Un minutos antes de terminar, añadidle una pizca de nuez moscada y otra de pimienta negra para darle un toque de sabor.

Al entrar en ebullición el otro cazo, añadidle los dados de espinacas y la zanahoria. Tardará más que la pasta en hervir, así que mientras termina (cuando la zanahoria esté ya blandita) escurrid los noodles e irlos sirviendo en la fuente o platos.

Mientras, poned en una plancha o sartén los solomillitos de pollo y, cuando se hayan enfriado un poco, cortadlos en tiritas con unas tijeras de cocina.

Después, añadid a los noodles las espinacas, la zanahoria, los trocitos de pollo, los anacardos y mezcladlo todo muy bien. Como esto es muy personal, yo dejaría que cada uno en su plato se añada al gusto la salsa de soja, así como más pimienta o nuez moscada.

Mi resultado:

No sé si soy muy objetiva, porque a mí me encantan todas estas recetas y me ha encantado, además de que me parece muy sano, aunque es cierto que es imposible captar el sabor perfecto que tendría allí. Yo le pongo un 8,5. Además, os sugiero si encontráis en algún sitio, añadidle lemon grass (hierba de limón), que en Tailandia lo cocinan con ello, pero aunque leí que aquí había en herbolarios, ninguno de los que yo visité lo tenía.

¡¡Suerte y a probarlo!! 😉

Concurso de receta oriental

23 May
Thailand Temple

Thailand Temple (Photo credit: geoftheref)

El trajín de estos días me impide realizaros ninguna receta con el cariño que merecéis, pero no por ello pienso dejaros abandonados. Por eso os propongo un concurso de recetas. La temática a realizar es cocina asiática, y elegiré el plato más original, sabroso y con mejor presentación. El ganador recibirá un regalo sorpresa, prometo que gustará 😉

Para participar tenéis que:

– Publicarla en el muro de Facebook de Chef Principiante, indicando que es una receta para el CONCURSO DE RECETAS ASIÁTICAS.
– Debe llevar fotografía de vuestro plato obligatoriamente.
– El participante debe, además, publicar un comentario al final de este post con su nombre de receta, apellidos y e-mail de contacto por si resultara ganador.

Publicaré mi veredicto a primeros de julio, podéis enviar las recetas hasta el 30 de junio.

¡¡MUCHA SUERTE A TODOS!!

Gazpacho de trigueros con acompañamiento

9 May

Perdonad que mayo y junio os tenga algo olvidados, pero es inevitable entre trabajo y preparativos para la boda. Hace unos días por mi cumpleaños recibí uno de los regalos más útiles que te puede hacer una hermana: la última edición del libro ‘1069 recetas de Karlos Arguiñano’. Me ha encantado porque es un volumen con platos muy variados y la preparación está explicada de un modo muy sencillito. Así que, cómo no, he decidido inaugurarlo rápidamente con vosotros con una receta que me llamó la atención.

Confieso que nunca me ha hecho mucha gracia el gazpacho y siempre he sido más fanática del salmorejo, pero los espárragos trigueros son otra de mis debilidades y esta receta no incluía pepino, así que decidí tirarme a la piscina. Aquí os paso la receta como se publicó en el portal oficial de Arguiñano. Aquí echan un chorrito de vino, que yo no utilicé porque no me lo pedía el libro, pero podemos probarlo la próxima vez.

Ingredientes:

– 2 manojos de espárragos trigueros

– 3 patatas grandes

– 2 dientes de ajo

– 4 huevos cocidos

– vinagre

– aceite de oliva

– perejil

– sal (fina y gorda si tenéis ambas)

– transistor como animal de compañía

Preparación:

En primer lugar, se fríen todos los espárragos en tandas con un chorro de aceite, y se van reservando en un plato. Mientras se van haciendo, peláis las patatas y las cortáis en rodajas finitas. Cuando estén todos los espárragos, se les aplica sal gorda al gusto (Arguiñano no lo hace, pero para mí unos trigueros con sal fina pierden bastante).

El siguiente paso es freír las patatas en varias tandas. Como es lo más pesado porque suelen tardar en dorarse (aunque hay que estar siempre muy atentos para ir dando la vuelta a todo de cuando en cuando), mientras podéis aprovechar para ir cociendo los huevos (si no los teníais preparados ya de antes). Según se van dorando las patatas, se van colocando en un plato con papel de cocina para que absorba bien el exceso de grasa.

Cuando estén listos los huevos duros, se pelan y se les extrae la yema, reservando las claras. Ahora toma la mitad de los trigueros y colócalos en el vaso de la batidora. Añade las yemas de los huevos, los dientes de ajo, un chorro de vinagre y sal fina al gusto. ¡Y dale a la turmix! Poco a poco, se va añadiendo 1 litro y cuarto de agua (cada vaso de tamaño normal suele ser un cuarto) en tandas mientras se continúa batiendo.

Cuando esté la crema fina y sin hebras, se sirve en un bol (o en los platos que vayáis a servir) y se deja enfriar a temperatura ambiente. Mientras, se pican las claras que habíamos reservado en pequeños trocitos y se sirven como guarnición junto a las patatas. Después del tradicional toque de perejil, ¡listo para comer! Un consejo: la crema está más rica fresquita, si después conserváis lo que sobre en el frigorífico.

Mi resultado:

Este plato nos sorprendió bastante por su excelente sabor pese a la sencillez de la receta, os lo recomiendo muy encarecidamente. Le ponemos un 8,5. ¡Atreveos a probablo y me contáis!

Champiñones rellenos de foie, yema y nata

23 Abr

Una vez restablecida (aunque no del todo) de mis dos gripes consecutivas (ya sé, necesito tomar Actimel para las defensas, jajaja), volvemos al campo de batalla. Esta vez os traigo una propuesta de mi compañero de trabajo @Jurado_MARCA, que me pasó hace tiempo esta receta porque él había triunfado bastante con ella en una cena sorpresa para su novia.

La preparación original es de Bruno Oteiza, así que ya os podéis imaginar que el listón está alto, aunque es un plato muy sencillo y rápido de hacer.

 

Ingredientes:

– 12-14 champiñones enteros

– 100 gramos de foie (o mousse o lo que os guste o tengáis a mano, pero con sabor fuertecito)

– 2 yemas de huevo

– 125 ml. de nata

– aceite de oliva

– sal

– pimienta blanca

– pimienta negra molida

– pimentón

– perejil picado

– vinagre de vino

– transistor como animal de compañía

– mortero (no es imprescindible, pero sí muy útil)

Preparación:

En primer lugar, hay que limpiar bien los champiñones de arenilla con agua. Después, con un cuchillo pequeño de punta se van vaciando quitando los tallos. Yo no encontré foie en el supermercado, así que compré una mousse de pato que también me quedó muy apañada, aunque os recomiendo que tenga sabor fuertecito porque las salsas que le vamos a añadir son también potentes, y si no apenas se apreciaría.

Después de vaciar, se rellenan con el foie. En mi caso los completé hasta el mismo nivel de los «sombreros», pero quizás está más rico si lo dejáis que rebase un poco, como hace Oteiza, porque así luego desprende más juguillo para añadirle a la nata.

Después, bañáis con un chorrito de aceite de oliva la bandeja o la fuente del horno en que los vayáis a colocar, los salpimentáis y horneáis a 220 ºC durante 20 minutos. Yo os recomendaría que no os paséis con la pimienta o incluso que sólo los saléis (aunque diga lo contrario Oteiza o Rita la cantaora), ya que hay mucha pimientas en las salsitas de después y a mí me quedó luego bastante picante con tanta historia.

Mientras se van haciendo,vamos a elaborar una salsa vinagreta. Es muy fácil: ponemos en el mortero todo junto 3 cucharadas soperas de aceite de oliva, 1 cucharada sopera de vinagre de vino, una pizquita de sal y otra de pimienta negra molida. Lo mezclamos bien y, si queréis, le añadís un poquito de perejil picado. ¡Ya tenemos vinagreta!

Por otro lado, ponemos las dos yemas de huevo en un bol, salpimentamos (de nuevo moderación con la pimienta), vertemos un chorrito de la vinagreta y un poco de pimentón y mezclamos todo, hasta que forme un precioso color como el que véis en la imagen. Lo reservamos

Cuando falten apenas cinco minutos para que terminen de hornearse los champis, ponemos la nata en un cazo y le añadimos una pizca de sal, perejil picado, y un chorrito de vionagreta y lo vamos mezclando todo.

Sacamos los champiñones del horno y los emplatamos. El juguito que ha quedado en la bandeja o la fuente lo vertemos en la nata que estábamos calentando y mezclamos bien. Después, regamos los champiñones con la nata, les añadimos por encima las yemas que habíamos reservado y adornamos con perejil picado. ¡Listo para comer!

Mi resultado:

Como digo, tanta pimienta en diferentes tandas dejó mi plato bastante picante en principio. Pero he de decir que, como tengo la suerte y desgracias de tener que hacer varias tandas por el tamaño de mi horno, las siguientes me quedaron mejor al eliminar o moderar la pimienta en las sucesivas fases. Por lo demás, la combinación del sabor del foie con el champiñón es espectacular, os lo recomiendo.

Lentejas ligeras

3 Abr

Empieza el buen tiempo, se acerca el veranito y, en mi caso, estoy además en la cuenta atrás para la boda, así que en las próximas recetas procuraremos no excedernos en las grasas y equilibrar los alimentos. Siempre nos han dicho las madres que las lentejas hay que comerlas porque tienen mucho hierro y es cierto que son bien necesarias. Pero también que si les ponemos choricito y patata como manda la tradición, podemos pagarlo en nuestras carnes. Así que me he decidido a hacer este plato un poco más ‘light’, con la ayuda de un libro que tenía por la estantería y tal vez os interese a muchos principiantes, ‘Cocina para novatos‘ de Laura Donada.

Confieso primero que el resultado ha sido sólo decente, en parte porque la he adaptado para cocinarla con olla exprés. Así que esta vez os relato el modo de preparación como creo que deberíais hacerlo en vez de como lo he realizado yo, para no liaros. Y os voy comentando mis errores sobre la marcha.

Ingredientes (para 4 personas):

– 1 kilo de lentejas (al gusto, yo prefiero las castellanas porque defiendo el producto nacional)

– 1 cebolla entera

– 3 zanahorias

– 1 calabacín grande o bien 2 pequeños

– 6 dientes de ajo

– 1 pastilla de caldo (preferiblemente de pollo o verduras)

– 2 hojas de laurel

– 1 trocito de pan que os sobre

– 1 pizca de pimentón

– Aceite

– Sal

– Transistor como animal de compañía

– Sería recomendable tener un mortero, de los de madera de toda la vida

Preparación:

Como os comentaba más arriba, yo hice la receta en olla exprés, pero no me cabe duda de que a fuego lento y en una cazuela tradicional es como de verdad sale rica. Aunque a veces los tiempos en la vida de cada uno deciden, así que hacedlo como convenga, según el día. Se vierten todas las lentejas en la olla y, junto con ellas, la cebolla. En mi caso la troceé, pero como es conveniente retirarla al final para no encontrarte trozos de cebolla a cada cucharada, lo ideal es partirla en dos para que coja el jugo simplemente (después de pelarla, claro). Además, se limpian cinco de los dientes de ajo (reserváis el otro) y se añaden a la mezcla junto con la pastilla de caldo, las hojas de laurel y sal al gusto (sin pasarse, que más adelante irá el pimentón).

Además, hay que pelar y trocear los calabacines y las zanahorias y añadirlos. En mi caso lo hice al final de la receta, como indicaba el libro, pero para ello tuve que parar la olla exprés, meterlo y añadir más agua y claro, no cogí el punto deseado finalmente. Total, que lo mejor es que entren desde ya a la olla. Después, lo cubrís con el agua, sin que sobrepase del todo, ya que a mí por ejemplo me quedaron pelín aguadas.

Después, cerráis bien la olla y la dejáis el tiempo que estipule, depende de la que tenga cada uno, en mi caso es una media hora. Mientras esperáis, cogéis una sartén pequeñita o mediana y doráis con aceite el diente de ajo que os sobraba y el pan por ambos lados. Cuando esté blandito (no tostado) lo mezcláis todo junto en el mortero, después añadís el pimentón y lo volvéis a majar bien.

Una vez que esté listo el guiso en la olla, abrís la tapa con cuidado y, si está bien espeso, le añadís la masa del mortero y lo mezcláis todo. Si no es así, podéis dejarlo un rato más o, mejor aún, colar el agua sobrante y después sumar la masa. Y ya tenéis un exquisito plato de lentejas sin mucha grasa, pero con el picorcillo del pimentón para compensar.

Antes de servirlo, podéis retirar la cebolla y las hojas de laurel, así como los dientes de ajo si lo deseáis.

Mi resultado:

Esta vez no fue el ideal, por aquello que comentaba anteriormente. Al guisar en dos partes, las lentejas perdieron parte de la masa y, al añadir agua en dos veces también, quedaron demasiado líquidas. Además, los trozos de cebolla resultaban incómodos, por eso os he propuesto a vosotros la receta con sólo dos mitades, para retirarlas al final más fácilmente. En cualquier caso y aunque la textura no era la ideal, el sabor era bueno y el pimentón le da un toque extraordinariamente parecido al chorizo. Le ponemos… un 6. Pero con mis consejos, creo que la próxima vez me saldrá de 9 por lo menos 😉

Filetes de dorada al horno

23 Mar

Queridos estudiantes, ‘singles’, recién emancipados, trabajadores durante 1.000 horas o bien algo vaguetes para la cocina (porque algo de esto tenemos todos los chef principiantes), este plato es para vosotros. Porque los que terminamos abusando de lo fácil (el precocinado, la comida a domicilio, el sándwich) al final terminamos en muchos casos olvidando el pescado en nuestras vidas. Y lo cierto es que, por salud, deberíamos tomarlo al menos dos veces a la semana.

Confieso que con esta receta me he quedado gratamente sorprendida, ya que apenas se tarda tiempo en hacerla y, sin embargo, el resultado es espectacular.

Los filetes harán, además, que evitéis las espinas en su mayoría, por lo que ya tenéis algo más ganado.

Me he inspirado en la elaboración en la propuesta de La dulce Ali aunque, como veréis, he modificado un poquillo quitando una cosita de aquí y poniendo de allá…

Ingredientes:

– 4 filetes de dorada limpios

– 1 pimiento amarillo, 1 rojo y 1 verde

– 1 cebolla

– 1 ajo

– 2 tomates rojos

– Aceite de oliva

– Sal

– 1 Limón (se puede añadir también vino blanco, a mí el limón me dio suficiente gusto solo)

– Perejil picado

– Transistor como animal de compañía

Preparación:

Después de lavar bien los pimientos, se cortan finitos en tiras. Los tomates se parten en rodajitas y la cebolla y el ajo se pican en trocitos pequeños. Mientas, empezamos a precalentar el horno a 190 grados. Tengo que aclararos que, como veréis en las fotos, mi horno es tan pequeño que apenas puedo colocar un filete cada vez (y tengo que hacerlo en tandas), pero si disponéis de uno normal vosotros podréis poner los cuatro a la vez sin problemas. De todos modos, mi caso sirve para que veáis que, incluso si no tuvierais un horno convencional o aunque viváis solos, eso no es excusa para que podáis cocinaros una buena receta horneada.

Mientras, ponemos un chorrito de aceite de oliva en el fondo de la fuente que vamos a usar y, por encima, distribuimos bien la verdurita. Después salamos, y colocamos encima el/los filetes de dorada. Volvemos a salar por encima y vertemos de nuevo un chorrito de aceite por encima del pescado. Por cierto, colocad la parte blanca por arriba y que la piel de la dorada quede pegada a las verduras. Después, espolvoreamos el perejil y rociamos alegremente con zumo de limón.

Y, aunque no lo creáis, ya está, simplemente queda meter la fuente al horno y esperar unos 30 minutos. Iréis viendo poco a poco cómo coge el color y no lo saquéis tampoco muy crudo, esperad a que empiece a parecer que queda un poco seca la carne del pescado. El olor, inconfundible, ¡maravilla de plato!

Resultado:

Excepcional, incluso para los que no seáis excesivamente amantes del pescado, porque disfrutaréis mucho también con la guarnición de pimientos, tomates y cebollita. En mi caso, le ponemos un 8,5. ¡¡Ahora os toca a vosotros!! Animaos a hacerlo y compartid vuestra foto en Facebook.

Torrijas tradicionales

12 Mar

No podía obviar esta receta típica, más que de Semana Santa (que es muy corta), de toda la Cuaresma. Aunque sucede que, como todas las recetas ricas, son aptas para repetirlas en cualquier época si tenéis un capricho. Más aún en el caso de las torrijas, que tienen una elaboración sencilla y con ingredientes igualmente fáciles de encontrar.

Hay montones de maneras de elaborarlas, pero yo he optado por el método más clásico, que es el que hácía mi abuela, con leche. Algunos añaden vino o sustituyen la leche por el vino. Para gustos están los colores, así que podéis elegir entre una gran variedad en la Red. Eso sí, os agradecería que me enseñárais vuestras fotos si os atreveis con ellas colgándolas en el muro de Chef Principiante.

Ingredientes (para unas 14 unidades):

– 1 paquete de pan especial para torrijas (lo compré en Mercadona y tiene un gusto a canela y limón muy agradable), o bien 1 barra de pan del día anterior

– 1 litro de leche

– azúcar (la cantidad se va ajustando, pero unas 10 cucharadas soperas)

– 2 ó 3 huevos para rebozar

– aceite de girasol

– canela en polvo

– transistor como animal de compañía

Preparación:

Como comentaba más arriba, se trata de una receta con una elaboración sencilla, pero es imprecindible para todo principiante una buena organización a la hora de realizarla. Por ello, en un principio es importante preparar dos platos soperos o boles uno al lado del otro. En el primero, vertemos un poco de leche y de azúcar y removemos bien. Como mi pan de torrijas ya tenía gusto a canela y limón, no añadí más, pero quien quiera puede añadirle a la mezcla unas gotitas de limón y una pizquita de canela en polvo. En otro plato dejamos los huevos batidos preparados.

Mientras, encendemos una sartén con abundante aceite, ya que debe estar caliente cuando metamos el pan.

El motivo por el que se usa pan duro o pan especial para las torrijas es porque vamos a humedecerlo en leche y huevo, con lo que el pan del día se desharía fácilmente. De una en una o de dos en dos vamos bañando las rebanadas en la leche por ambos lados.

Después, las pasamos al plato con el huevo batido para rebozarlo bien. Es importante que esté bien rebozado y, si se termina el huevo batir más. Digo esto porque en mi caso algunas torrijas se quemaron un poco después (aunque todas estaban comestibles) y si hubieran estado más bañadas en huevo, esto no habría sucedido.

A continuación, se fríe en el aceite caliente y se vigila para dorar por ambos lados. El punto justo es en el que la leche deja de asomar por fuera (demasiado líquida) pero a la vez todavía no se pasa de dorada. Esto es, con una textura compacta. Tampoco deben obsesionaros los detalles feos como puntitos de aceite quemado. Como yo digo, la mayoría de torrijas son feas, y no por ello están menos ricas.

Es bueno irlas haciendo de dos en dos e irlas dejando reposar en una fuente con papel de cocina para que absorba toda la grasa (primero por un lado y luego por el otro, mientras se van haciendo el resto). El toque final lo da el espolvoreado. Yo lo he hecho con azúcar normal (algunos prefieren el glas) y canela, pero dejo rienda libre a vuestra imaginación si queréis ponerle además mermelada, sirope de chocolate, etc.

Resultado:

El aspecto de mi experimento está un poco chamuscado, pero en realidad considero que estaban bastante ricas. Para evitar eso, ya os puse antes que basta con aumentar el rebozado y no pasarse con la fritura. Le ponemos un 6,5 y esperamos mejorar en la próxima ocasión 😉

Puré de calabacín y patata

5 Mar


Empieza el buen tiempo y ya vamos camino del veranito, así que muchos comenzamos la operación bikini y bañador, por lo que recomiendo aumentar la ingesta de verduras y pescado, aunque en realidad lo ideal sería que consumiéramos estos productos en cantidades a lo largo de todo el año.


Los purés son para esto unos imprescindibles de aquellos que no estamos acostumbrados a la textura de la verdura en nuestro paladar y mantienen además todas las propiedades que nuestro organismo necesita. Uno de mis favoritos es éste de calabacín y patata, así que espero que os guste.

Ingredientes (para 1 ó 2 personas):

– 4 calabacines

– 1 patata

– 1 chorrito de leche

– 2 quesitos

– sal

– transistor

Preparación:

En este caso he usado porciones reducidas porque quería aprovechar unos calabacines que se me iban a echar a perder en la nevera, pero si queréis puré para más personas, doblad las dosis. También los que estéis de verdad a dieta de un modo más estricto podéis eliminar los quesitos, pero no olvidéis en cualquier caso la leche (yo uso desnatada sin problemas) para dotar a la receta de algo de cremosidad.

En primer lugar, pelamos y troceamos los calabacines y la patata. y, posteriormente, los vertemos en la olla a presión. Si no tenéis, podéis hacerlo igualmente en la cazuela con la tapa, aunque ya sabéis que los tiempos de cocción se incrementarán por lo menos el doble o el triple. En mi caso, han pasado cinco minutos antes de de que olla exprés soltara el vaporcillo y, posteriormente, otros 15 minutos antes de poder terminar la cocción.

Cuando la cocina comience a oler a huerta, ésa es la señal, jejeje. Recordad abrir la olla con cuidado (cada una es un mundo, así que, si sois principiantes del todo, leed bien las instrucciones cuando la compréis o releedlas ahora que la estrenáis). Para el toque final, hay que verter un chorrito de leche y añadir dos quesitos. Después, se vierte todo con la turmix y ¡ya está!

Habréis conseguido comida sana en sólo media horita y además con un aspecto más que apetecible.

Resultado:

En mi caso estaba muy cremosa porque además los calabacines que tenía eran pequeños y en estos casos termina mandando el sabor a patata. Le pondría un 7 y la próxima vez creo que probaré con calabacines mayores. Ahora, como siempre, ¡os toca! Espero ver vuestras deliciosas cremas.

Croquetas de jamón

24 Feb

He pensado que todo principiante que se precie debería probar a hacer una receta tan tradicional y deliciosa como son las croquetas. Evidentemente, creo que nunca he probado unas iguales a las de mi abuela, pero poco a poco trataremos de ir perfeccionando, aunque la cosa va por buen camino.

Ella solía hacerlas de pollo o de jamón de york, siempre con su huevo durito. Yo esta vez he probado a hacerlas con jamón serrano, pero imagino que es fácil cambiar los ingredientes según los gustos de cada uno. Here we go!!

Ingredientes (5 personas):

– 75 gr. mantequilla o margarina

– 1 litro de leche (yo lo hice con desnatada por aquello de la línea, pero creo que la entera debe darle mucha más espumosidad, como veáis)

– 100 gr. de harina

– 150 gr. de jamón serrano (ibérico, pollo, jamón york… el relleno que queráis, en pequeños trocitos)

– 150 ml. de caldo de pollo hecho con Avecrem (mi abuela no lo añadía, lo dejo a vuestra elección)

– 2 huevos duros

– Sal

– Aceite de oliva para freír

– Pan rallado

– 4 huevos para el rebozado

– 1 varilla para batir (si no tenéis de mano, podéis usar la de accesorio de la batidora, que es lo que yo hice)

– 1 transistor

Preparación:

En primer lugar, pensad que la masa tenéis que prepararla el día antes o bien de la mañana para la noche, ya que después necesita reposo antes de hacer las croquetas.

En mi caso, comencé por preparar los huevos duros para así dejarlos enfriar mientras continuaba con el resto. Después, puse a disolver un cubito de Avecrem con agua para el caldito. Y mientras, en otra cazuela, fui disolviendo la margarina y, una vez líquida, incorporé los taquitos de jamón.

Para ir formando pasta, después añadí la harina y seguí removiendo bien con una cuchara de madera. Poco a poco y en varias tandas, se va incorporando la leche y seguimos removiendo. A medida que la masa se hizo más pastosa, cambié la cuchara de madera por la varilla, mucho más cómoda. Aunque, ya os advierto, no preparéis esta receta el día que tengáis agujetas en los brazos, porque puede que al dñia siguientes tengáis unas pocas más. Además, hay que tener mucha paciencia para ir mareando el relleno casi constantemente y con mucho mimo.

Después incorporé el caldo de Avecrem (recordad, apenas medio vasito y es opcional) y después los huevos duros bien troceaditos. Estos sí que son innegociables, porque los huevos duros aportan una suavidad y textura al sabor final del que no podemos prescindir.

Es el momento de descansar y limpiar un poco la cocina. Aquí yo coloqué la masa en una fuente de cristal y la dejé enfriar durante una horita a temperatura ambiente y después, con un papel film por encima, otras cinco horitas mínimo en la nevera.

Al día siguiente o por la tarde-noche sacamos la masa junto a dos platitos: uno con el pan rallado y otro con los huevos batidos. Aquí el transistor es imprescindible, ya que la media horita no nos la quita nadie. Según el tamaño deseado de la croqueta, yo fui cogiendo poco a poco trocitos, rebozando en pan, amasando con las manos, luego rebozando de huevo y volviendo a empanar y formar antes de ir colocando, una a una, todas las croquetas en un plato. Con estas cantidades y unidades más bien grandecitas, a mí me salieron 34, para que os hagáis una idea. Lo bueno que tiene esta receta es que podéis congelar las sobrantes para otro día sin problemas en este punto (antes de freírlas).

Después de elegir la cantidad de croquetas para el momento, se fríen en abundante aceite volteándolas para que queden doraditas por todos lados y, además, que el relleno tome el calor deseado. Podéis ver el vídeo de El Cocinero Fiel, que a mí me sirvió de bastante ayuda aunque lo elabore de forma algo distinta. Él sugiere aprovechar unos restos de jamón, igualmente se pueden hacer con los de un cocido, por ejemplo.

El resultado:

Creo que mis primeras croquetas aprueban con bastante nota. Echo en falta quizás algo de cremosidad, pero imagino que basta con emplear leche entera. En cualquier caso, todos mis comensales me han felicitado y hasta mi sobrino Pablo las ha querido probar, ¡con lo especial que es para las comidas!

¡Ahora os toca a vosotros poneros a la faena!

Arroz oriental

16 Feb

Hoy os quiero presentar uno de mis platos básicos. Al poco de independizarme, hace casi tres años, descubrí esta receta un poco por casualidad experimentando con varios ingredientes que tenía por casa, y me gustó tanto que ya es un clásico en mis fogones. Espero que os guste, porque además de que se cocina fácil y rápido, es muy práctico para guardar si sobra o para llevar.

Por ejemplo, confieso que a mí lo que me ha sobrado esta semana me lo he llevado en un túper al trabajo, e incluso sin calentar estaba buenísimo. Aunque yo lo he realizado con arroz basmati, podéis elegir el tipo que más os guste, también os lo recomiendo con el integral, y en general para este tipo de recetas orientales es mejor con largo antes que con el redondo, que resulta demasiado pastoso. Espero que lo probéis y me contéis muy pronto.

Ingredientes (para 4 personas):

– 300 gr. de arroz

– 2 solomillitos de pollo o bien 1 filetito de pechuga para trocear

– 1 pimiento rojo

– 1 pimiento verde

– 1 calabacín pequeño o bien 1/2 grande

– Maíz dulce al gusto(lo olvidé para la foto, pero para mí es imprescindible)

– 1 pizca de aceite

– 1 pizca de sal

– 1 pastilla de Avecrem

– salsa de soja

– transistor como animal de compañía (¡también lo olvidé para la foto! como se hace tan rápido, ni me hizo falta)

Preparación:

Como siempre que preparamos arroz, ponemos agua a hervir con una pizca de sal y el cubito de Avecrem, añadiendo un poco de aceite para que no se pegue después el arroz. Aunque precisamente una de las ventajas que tendréis si elegís el arroz basmati es que no se pega nada, por lo que, además de que se cocine más fácilmente, os resultará mucho más ligero para los que tenéis digestiones difíciles o bien, simplemente, estáis a dieta o cuidando un poco la línea.

Mientras tanto, troceamos el pollo en tiras con unas tijeras de cocina. Aunque sean un poco grandes no pasa nada, es preferible no tostar los trozos muy pequeños porque se queman antes, y el tamaño definitivo se lo daremos después. A continuación, se ponen a la plancha. Yo tengo una eléctrica de esas que anuncian por la tele y no hay que usar nada de aceite y me parece fantástica, pero podéis hacerlo con la que tengáis a mano o estéis más acostumbrados.

Después de trocear también los pimientos y lonchear finito el calabacín, lo preparamos también a la plancha. Veréis al final que el resultado del aderezo es colorido y apetitoso, además de que huele fenomenal.

Cuando hierva el agua en la cazuela, como siempre, añadimos el arroz y lo dejamos cocinar. Yo aquí no pongo tiempos nunca, porque creo que la pasta hay que ir viendo cada rato para encontrar el punto perfecto, depende mucho de la que use cada uno.

El pollo ahora se puede cortar en tiras o dados más finitos, y después de escurrir el arroz añadirlo junto a los pimientos y el calabacín. Además, ponemos granitos de maíz al gusto y el toque que le dará el gusto final es un chorrito de salsa de soja.

Resultado:

En esta ocasión, como ya comenté más arriba, es un plato que he elaborado ya muchas veces, y además es apto para cualquier principìante con 20 minutos libres, así que no tiene mucho mérito, pero claro, esta vez la receta estaba de 10 🙂 Si queréis ser más auténticos que yo, ponedlo en un bol de madera y comerlo con palillos… ¡yo nunca he logrado aprender!